viernes, 25 de junio de 2010

Pero que ... ¿generoso?

Esto pasó hace escasos minutos.

El forro del jefe estaba en la impresora que, "porque no había otro lugar donde ponerla" (no se si se entiende lo de las comillas), casualmente está ubicada al lado del escritorio de su "secretaria".

Ella: -Ay Tereso (Obviamente el gusano no se llama así, pero no voy a dar su nombre por las dudas. Por ahora. Que siga jodiendo nomás) ¿No tenés diez pesos para prestarme que necesito diez pesos? (Viendo como arma las frases, uno puede inferir cuales fueron sus méritos a la hora de conseguir el puesto).

Él de inmediato mete la mano en el bolsillo y le extiende un billete de cien, como mirando para otro lado, con gesto de "sé lo que te estoy dando pero no me importa porque tengo muchos mas".

Ella (haciéndose la sorprendida mientras agarra el billete): -No, no, pero necesito diez pesos nomás.

Él (intensificando el gesto anterior, mientras se da vuelta y vuelve a su oficina): Bueno, no tengo mas chico.

Ella (corriendo atrás dando sus ridículos pasitos cortitos y todavía con el billete en la mano): -Ay no pero necesito cambio. Tomá ...

Y se metieron los dos en la oficina y empezaron cuchichear y a reírse como hacen siempre.

Al ratito ella salió con cara de "Me gané cien mangos" y él salió con cara de "Que ganador que soy y además tengo plata".


Que par de infelices.

Y uno se tiene que fumar escenitas berretas como esta a diario. No hay derecho.

miércoles, 23 de junio de 2010

Algunas observaciones al pasar ...

Ayer tuve que ver el partido acá en el trabajo (podría haber dicho que me sentía mal para quedarme a verlo cómodamente en mi casa, pero como ya había utilizado esa treta para el primer encuentro me dio cosa volver a intentarlo. Soy vago pero un poco de moral todavía me queda. Poca ... muy poca ... cada vez menos... El próximo partido que caiga en día laborable pronostico que voy a sentirme mal otra vez).

La cosa es que, en lo que duró la experiencia, pude sacar un par de conclusiones que quiero compartir con ustedes.

Uno: el Mundial puede rivalizar con la Navidad en cuanto al sentimiento de hipocresía que invade a la gente.

Durante el Mundial, de golpe somos todos hermanos.
Hermanos y arrrrrrrgentinos, porque, además, como que nos aflora el amor a la patria de golpe.
Juega la Selección, y ese que no te dice ni buenos días se te pone a comentar el partido como si fuera tu amigo de toda la vida.
La Selección hace un gol y te abraza hasta ese malnacido que sabemos que siempre está dispuesto a cagarnos por la espalda, o ese otro que sabés que no te puede ni ver porque siempre está hablando pestes de vos o, incluso, aquel otro que vive queriendo serrucharnos el piso y para ello acude a cuanta artimaña sucia conoce con tal de lograrlo.
El lugar de trabajo parece convertirse mágicamente como en una especie de "aula de secundario" en la que todos nos llevamos bien, somos re jodones y arreglamos para hacer cosas en grupo (aunque mas no sea juntarse en el salón de reuniones a ver un partido de fútbol).
La verdad, una porquería.

Dos: Es lisa y llanamente IN-SO-POR-TA-BLE ver un partido de fútbol de la Selección conjuntamente con un grupo de mujeres.

Debería estar prohibido por ley. No saben nada, se la pasan emitiendo insufribles chillidos por cualquier cosa, dicen boludeces, hacen boludeces, aplauden hasta un off side con tal de llamar la atención y hacer ver que ellas también disfrutan del momento, y, lo peor de todo, uno debe soportar a cada rato sus estúpidos comentarios libidinosos cuando aparece en pantalla algún jugador que les entibia la entrepierna.
Viejas que en su vida vieron un partido y que hasta no hace mucho estaban convencidas de que Messi era solamente un pibe que vendía afeitadoras, repentinamente se desesperan por ubicarse en el mejor lugar del salón, ridículamente ataviadas con algún gorro celeste y blanco para ver un partido que, de estar, en su casa, seguramente no verían ni en pedo porque está a la misma hora que "Intrusos" o el programa de Viviana Canosa.
Realmente inaguantables.

También, y como si hiciera falta, para completarla está ese típico jefe forro que en su vida tocó una pelota y que tiene menos fútbol que la revista "Para Ti", pero que ahora durante el Mundial, y en un intento de integrarse y hacerse el "copado", se la pasa hablando de los partidos, se mira (solo en su oficina, obvio, porque es el único que cuenta con los medios para hacerlo y le encanta que se note que es así) hasta el partido de Argelia con Lusitania y, cuando nos juntamos para ver a la Selección, se la pasa haciendo comentarios y grita los goles exageradamente como si estuviera en la popular de Boca, buscando siempre a algún pobre desprevenido para abrazarse (esto, sobre todo, se potencia si nota que alguna de las empleadas parece sorprendida con su inesperado "desacartonamiento").
Mas falso que billete de tres pesos el hijo de puta.

En conclusión, ver los partidos acá es un espanto.
Detesto las falsedad, las imposturas y la pelotudez reinante. Realmente me amarga.
Si fuera por mi me iría a un bar y vería los partidos rodeado de extraños que, seguramente, serían mucho mas auténticos.

O, mejor aún, como dije antes, los próximos partidos que se jueguen en día laboral, es muy probable que me encuentren sintiéndome mal y necesitando quedarme haciendo reposo en mi casa.

Ya ven que no es mi culpa. No es que sea irresponsable.

Son ellos que me obligan. Me hace mal hacerme tanta malasangre.

miércoles, 9 de junio de 2010

Crítica de cine: LEGIÓN DE ÁNGELES

Cuando hace tiempo vi el avance de esta película, debo confesar que me entusiasmó bastante, ya encuentro la idea de un Apocalipsis “Divino”, con Ángeles y Arcángeles luchando aquí en la Tierra por el destino de la Humanidad, cinematográficamente mucho mas atractiva que la consabida amenaza del asteroide que viene a hacernos polvo, o la remanida temática del planeta cobrando venganza a través de furiosos cataclismos naturales.
Además, el tema mismo de “las Huestes Celestiales” es algo que me atrae y mucho, sobre todo cuando se las presenta así, tipo ejército y, mas aún, si en el afiche me presentan a un Ángel con un cuchillo en una mano y una ametralladora en la otra.
Si a esto se le suma que el argumento básicamente gira en torno a que a Dios se le llenaron la pelotas por lo desorejada que le salió la Humanidad, y por eso decide mandar a sus tropas a liquidarnos, la cosa daba para pensar que iba a ser algo por demás interesante.
Lamentablemente, las expectativas no fueron del todo cumplidas y la película, si bien no podría calificarse como un completo fiasco, definitivamente no llega a estar a la altura de lo que podría haber sido.

Sipnocsip

Todo comienza en vísperas de la Navidad, cuando en un oscuro y mugriento callejón de la ciudad de Los Ángeles (¿Se entiende la ironía? No, si los autores pensaron en todo) aterriza medio forzosamente un flaco bastante maltrecho y con cara de perdido, que resulta no ser otro que el Arcángel Miguel, quien, aparentemente se le ha rebelado a Dios y se ha mandado para acá abajo sin avisar.
La joda es que para andar por acá, a Miguelito no le queda otra que cortarse las alas (sino como que la gente se iba a dar cuenta) cosa que hace él mismo, ahí nomás y con su propia daga (una especie de cuchillo de Rambo pero celestial) demostrando que, entre sus muchas virtudes, los ángeles cuentan también con una gran flexibilidad.
Acto seguido, el ahora ex-arcángel (porque parece que cortarse las plumas es como presentar la renuncia o algo así) se manda a una armería y se carga de armas hasta los dientes (total, ya que hizo treinta hace treinta y uno y peca de ladrón porque no se ve que pague nada de lo que se lleva), con tal mala suerte que justo cuando muy poco discretamente vuela una pared para salir, pasa un patrullero y lo pesca in fraganti.
Los canas, medio porque no les quedaba otra, intentan detenerlo, pero cuando uno de ellos se acerca para ponerle los ganchos, Miguel, en un rápido movimiento, lo desarma y lo toma como rehén.
-¡Uh, Gómez, mirá que sos boludo eh!- le dice el otro cana re caliente porque ahora se le complica mas el asunto.
-Bueno Gutierrez que querés, me cagó. No me di cuenta- le responde el cana rehén medio ahogado porque lo estaban sosteniendo del cogote.
-Bueno, basta. Dejensén de hablar y déjenmen ir que estoy con poco tiempo. No me hagan calentar, no me hagan...- dice Miguel que no hablaba muy bien.
-Vos no te vas a ningún lado pancho, y soltá a mi compañero porque te quemo- grita el oficial Gutiérrez intentando imponer su autoridad..
-Dale flaco, hacele caso que si el gordo boludo este llega a tirar seguro me pega a mi- le dice bajito el oficial Gómez bastante nervioso.
De repente, la cabeza de Gutierrez empieza a sacudirse a lo loco y, cuando se detiene, su cara de gordo mamerto ha cambiado y se ha convertido en una cara de gordo mamerto pero medio demoníaca.
-Miguel, dice Papá que te dejes de joder y que vuelvas para casa- dice el endemoniado Gutierrez con voz de ultratumba.
-¿Qué? ¿Vos lo conocés al chabón este Gutierrez? ¿Y por que hablás así? ¿Estás cambiando la voz? ¿Te resfriaste?- pregunta el nabo de Gómez que tiene menos luces que una carreta.
-Uy que pelotudo- murmura el oficial poseído, y ahí nomás le pone un corchazo en la cabeza a su colega para que no pregunte mas pavadas.
-No, yo no vuelvo nada. Ya soy mayor de edad y hago lo que se me canta- responde mientras tanto Miguel muy encaprichado y, para demostrarlo, le mete varios balazos al pobre cuerpo de Gutierrez y, además, se lleva el patrullero.
Mientras tanto, lejos de allí, un nuevo día amanece en “Paradise Falls” (“La caída del Paraíso” o algo así. Otra ironía de los grosos de los autores) una cafetería medio pelo perdida en el medio de la nada, donde transcurren con la misma emoción que un cactus de maceta, las vidas de Bob, el dueño del lugar, Charlie, una camarera embarazada de vaya uno a saber quien, Jeep, el hijo de Bob, que está tan caliente con Charlie que le anda atrás todo el día ofreciéndole cuidar de ella y su crío, y Percy, el cocinero negro y manco que, hay que decirlo, estando medio de relleno ya desde el principio uno intuye cual puede ser su futuro en poco tiempo.
También, a ese lugar remoto y polvoriento, llegan, mas porque no les queda mas remedio que por gusto, primero una familia medio nariz parada a la que se le rompió el auto, y después un negro con pinta de gangster que andaba medio perdido, con lo cual el local logra batir su récord de concurrencia en un día.
Al rato llega otro auto y de él desciende una adorable y frágil viejita que, aparentemente, venía de cobrar la jubilación porque muy decidida se ubicó en una mesa y pidió un churrasco bien jugoso para comer.
-Como no abuela, ya se lo traigo- le dice Charlie luego de tomarle la orden.
-Ay querida ¡Que lindo, estás embarazada!- exclama la dulce ancianita demostrando que era muy observadora -¿De cuanto estás?
-Y… ya estoy para tener. Me falta poco- responde Charlie nada mas por educación.
-¿Y el padre? ¿Está contento? ¿O sos tan putita que ni sabés de quien es?- pregunta la nona con una amplia sonrisa.
-¿Qué decís vieja momia?- retruca Charlie re caliente.
-Digo que con esa cara de trola baratonga que tenés seguro que no sabés ni quien fue el que te llenó la cocina de humo, atorrantita rutera. Pero igual no te preocupes porque igual vos y tu bebé van a morir de una forma horrible y sangrienta, así que da lo mismo- insiste la venerable abuela para sombro de todos los presentes.
-Disculpe, pero me parece que se está desubicando señora- interviene la mina de la familia que estaba ubicada en una mesa cercana.
-¡¡Vos callate y no te metas piojo resucitado que también sos bastante bombacha floja. Y dejá de dártelas de señora respetable que tu marido tiene mas cuernos que una fuente de caracoles!!- grita la vieja ya medio sacada y con cara de rabiosa.
Todos miran a la vieja con la boca abierta sin poder decir una palabra.
-Momentito- salta por fin el marido de la mina –No le permito. A mi señora Ud. no le va a hablar así vieja maleducada- dice el tipo mientras se le va encima a la abuelita pendenciera.
-¡Uyyy uy uy! Mirá como tiemblo ¿Y que vas a hacer? ¿Me vas a sacar un ojo de una cornada infeliz?- responde la vieja ya completamente trastornada y, ahí nomás, le salta al cuello y le arranca un cacho de cogote de un mordisco.
-Mirá vos el hambre que tiene esa jubilada. Y después el gobierno dice que están mejor que antes- acota Jeep viendo la escena y demostrando que era bastante pelotudo.
El padre lo mira como con decepción, pero no llega a decirle nada porque, como dueño del lugar, primero tiene que encargarse de lo que está pasando.
-Señora, la intimo a que cese su actitud endemoniada y se retire de mi local- le dice Bob amenazándola con un cucharón.
-¡¡Agarrame essta!!- le responde la viejita tomándose la entrepierna para luego embocarle un castañazo que casi le arranca la cabeza.
Acto seguido, la anciana se pega al techo de un salto y empieza a gatear por ahí emitiendo gruñidos y escupiendo a los que estaban abajo.
-Para ser tan jovata es bastante ágil ¿No?- vuelve a acotar el nabo de Jeep que sigue en su nube de pedos.
-Dejá de ser tan pelotudo y liquidá a esa vieja chiflada antes de que nos mastique a todos ¿Querés?- le grita su padre al tiempo que le arroja una escopeta.
Jeep toma el arma y le apunta a la vieja que se le venía encima con intenciones de hacerlo flecos, pero no puede apretar el gatillo, en parte porque no se anima, pero además porque tenía la escopeta agarrada al revés.
Afortunadamente, un segundo antes de que la vieja lo alcance y se lo coma, el negro con pinta de gangster pela un fierro y la fulmina de varios corchazos.
-¿Llamo una ambulancia del PAMI pa?- pregunta el pibe mirando el cadáver de la nona.
-No, si este no me salió mas boludo porque lo hice de parado- murmura su padre mientras menea la cabeza.
A todo esto, y fundamentalmente gracias a los gritos de la esposa, todos toman conciencia de que Howard, el tipo atacado por la anciana caníbal, todavía está tirado en el piso, con medio cuello menos y a punto de desangrarse, por lo que deciden cargarlo en una camioneta para intentar llevarlo al hospital mas cercano antes de que estire la pata.
Mientras tanto, Bob, Jeep y Percy, meten el cuerpo de la vieja en una bolsa y lo depositan fuera del local, por ahí medio escondido entre unas chapas.
Estaban volviendo y tratando de entender lo que había pasado, cuando, de repente, ven llegar la camioneta que intentaba llevar al pobre Howard al hospital, se bajan todos corriendo y se meten al local al grito de “¡Las moscas! ¡Las moscas!”.
-¿Y a estos que les pasa?- pregunta Bob extrañado, pero al mirar al horizonte se da cuenta de que una inmensa nube negra formada por una plaga de moscas comienza a cubrir el cielo.
-¿Será que la vieja ya empieza a echar olor?- pregunta el bobina de Jeep.
-Uh por favor que piedra que sos- le responde Bob y lo mete a empujones al local.
Al rato, miran por una ventana y todo parece haberse normalizado, así que salen de nuevo a ver que onda.
En eso, justo ven venir un patrullero a toda velocidad.
-¡¡Cagamos!! ¡¡Nos delataron!! ¡¡Nos vienen a buscar porque matamos a la vieja!!- grita Jeep desesperado.
-Callate bolas tristes y actuá con normalidad por una vez en tu inútil vida haceme el grandísimo favor- le dice su padre que ya le tenía muy poca paciencia.
El patrullero llega hasta la cafetería, frena de golpe y de su interior se baja Miguel, que tenía pinta de todo menos de policía.
-Metansén adentro enseguida- les dice –Esto se va a poner fulero.
-Momentito muchacho- responde Bob apuntándole con la escopeta –Acá el que dice lo que hay que hacer soy yo ¿Vos quien sos? ¿Qué querés? ¿A que venís? ¿También estás endemoniado?
-Uy por el amor de Papá-
dice Miguel suspirando fastidiado, y en un rápido movimiento le quita la escopeta a Bob y se la pone en la cabeza -Les estoy diciendo que entren ¿Quieren discutir o me van a hacer caso?
-No señor, lo que usted diga. Vamos adentro que le hago un cafecito- dice Bob mas calmado y todo cagado.
-Bueno, pero primero agarren esto- ordena Miguel mientras les proporciona un arma a cada uno y saca un arsenal del baúl del auto.
-No, pero no queremos comprar nada señor- dice Jeep que no caza un fulbo de nada.
-Uh que jodido que va a ser esto- murmura Miguel –No se para que me meto en estas cosas.
De todas formas, una vez reunido el grupo en el interior de la cafetería, les explica que todo el quilombo es porque Dios se enculó con los hombres y quiere hacer borrón y cuenta nueva pero, como mandarse otro diluvio le da fiaca, esta vez decidió mandar a su ejército de ángeles para que haga el trabajito y la única esperanza que le queda a la humanidad es que nazca el bebé que está esperando Charlie.
-¿Y eso por qué?- pregunta Charlie haciéndose la interesante.
-Ni idea. Menos averigua Papá y perdona. La cosa es que es así- responde Miguel mientras carga las armas.
A partir de ese momento, entonces, ese pequeño grupo de personas junto al ex-ángel renegado, se convertirán, en pleno Apocalipsis, en la última oportunidad de supervivencia de la humanidad, y deberán enfrentarse solos a los terribles emisarios que el Cielo ha enviado para evitar que nazca ese niño que representa la salvación.

La película, en cuanto a la línea argumental, puede resultar entretenida si no se la mira con demasiada exigencia, pero si uno intenta profundizar, seguramente saldrá algo decepcionado.
La historia se desarrolla con un ritmo bastante irregular, en el que se intercalan con algunas, dentro de todo, bien logradas escenas de acción, otras escenas de diálogos quizás demasiado largos, algo tediosos y poco elaborados, lo cual, por momentos, hace que todo se vuelva poco interesante.
Sin embargo, tal vez lo que mas se destaque en líneas generales, es la sensación de poca producción que parece notarse a lo largo de la cinta. No se cuanto se gastó en hacer esta película, pero, o se gastó mal, o faltó plata, y esto se nota, especialmente, tanto en la factura de algunos efectos especiales, como en las caracterizaciones de ciertos personajes.
Otro punto en contra está dado, además (aunque esto es bastante común), por la minimización o exagerada humanización de lo que uno espera sea un Ángel y, aún mucho mas, si se trata de Arcángeles.
Hasta donde yo se, estos son seres superiores, imbuidos del Poder del Cielo, y una batalla entre ellos debería ser formidable, algo que en ningún momento se logra en esta película.
También resulta bastante poco creíble que uno de estos entes tenga tantos problemas a la hora de destruir una pedorra cafetería en el medio del desierto, pero bueno.
En cuanto a las actuaciones, todas están acorde al nivel tirando a mediocre de la producción y ninguna aporta nada sobresaliente a la elaboración de cada personaje.
En el rol del renegado Arcángel Miguel está Paul Bettany, quizás lo mas rescatable del montón, acompañado por Dennis Quaid (que ya agarra cualquier cosa) como Bob Hanson, Lucas Black como Jeep Hanson, Adrianne Palicki como Charlie, Kevin Durand como el alcahuete del Arcángel Gabriel, Tyrese Gibson como Kyle Williams y Charles S. Dutton como Percy entre otros.
La dirección de esta película estuvo a cargo de Scott Stewart que no pudo evitar mostrar que como director sigue siendo un muy buen bailarín de conga, porque el proyecto le quedó grande y no dio pie con bola casi en ningún momento.

Calificación: 2 Renegados y medio (Buena, pero peligrosamente tirando a regular. Un argumento que, con una buena realización, podría haber dado lugar a una película mas que interesante pero que, por desgracia, se queda a medio camino del medio camino y no aporta absolutamente nada nuevo al género).

Recomendaciones: Si Ud. es una persona muy religiosa y cree que los ángeles son esos niños gorditos, de rulos y con los cachetes colorados que se ven en las iglesias, no vaya, porque va a salir traumado.
Si Ud. es de los que creen en el ángel de la guarda, no vaya. Puede que se empiece a sentir un poco inseguro.
Si Ud. es seguidor de la serie “Supernatural” vaya, y dígame si no le pareció que en cualquier momento aparecían los hermanos Winchester.


Vergüenza: Durante una escena, en la que uno de los protagonistas, en pos de salvar la vida de un niño que se encontraba en peligro, abandona la seguridad de su posición y se abalanza solo contra un montón de poseídos, mi mujer, a viva voz, y en medio del silencio de la sala gritó “¡¡¡NOOO!!!”.
La próxima vez recordaré llevar una bolsa de papel para ponerme en la cabeza.