viernes, 6 de febrero de 2009

Retiro espiritual

Bueno, les cuento. A partir del lunes voy a estar de vacaciones.
Para la gran mayoría la palabra "vacaciones", además de significar que uno no va a tener que ir a trabajar por un tiempo, también quiere decir que uno disponer alegremente de sus horarios (o la ausencia de ellos), que podrá quizás viajar y cambiar de ambiente, que podrá comer de todo y que, casi a diario, ya a eso de las seis de la tarde disfrutará de estar levemente alcoholizado y muy contento pensando en que al otro día no tiene un pomo que hacer.
Bien, para mi significan únicamente que no voy a venir a trabajar. Todo lo demás queda para la gente mas afortunada.
"¿Y por que?" Se estarán preguntando ustedes en este momento luego de esbozar un sonrisa malsana que delata ese incipiente sentimiento de felicidad que seguramente están sintiendo (Porque en el fondo son mala gente y disfrutan con la desgracias ajenas. Reconózcanlo…).
"Porque yo además de un trabajo que odio, tengo otras obligaciones que detesto y que me impiden hacerlo" les responderé con una mezcla de amargura, indignación y deseos de que les salga un grano en el culo por chusmas.
"Pero dale, contanos. Queremos saber" reclamarán ustedes poniéndose pesados y pretendiendo que les de mas detalles de lo miserable que es mi vida para regocijarse y disfrutarlo mucho mas.
"No. Son cosas mías y no les importa. Basta. Se acabó la conversación. Los odio a todos. Ojalá caiga un meteorito y destruya el planeta" les diré yo gritando y presa de un ataque de nervios y resentimiento. Y así el diálogo se dará por terminado.
Pero bueno, ya el hecho de no tener que viajar todos los días en colectivo y no tener que venir a perder el tiempo a este lugar desagradable y estresante (Iba a poner "lugar de mierda" pero no quiero usar tantas malas palabras. Sino esto queda como el ojete y es de mal gusto. Quiero ver si mejoro el nivel de una reputísima vez, la concha de la lora…), ya es un alivio y me permite sentirme algo mas contento.
El tema es que debido a lo anteriormente expuesto, pretendo deshacerme de la mayor cantidad de responsabilidades que pueda, cosa de asegurarme la mayor cantidad de tiempo ocioso posible (¿Vieron? No puse "tiempo al pedo". No, si cuando yo me propongo algo soy inflexible la puta de lo parió).
Eso incluye, entre otras cosas (como ser bañarme, afeitarme, cambiarme de ropa, etc.) también el hecho de ponerme a escribir aquí.
Lo que quiero decir, por si son medio duritos para entender las cosas es que, muy probablemente, mientras esté de licencia, que este sitio vea una actualización será tan difícil como que Roberto Piazza se excite viendo un par de tetas.
Pero así como les digo esto, les digo que también es posible que un día me levante de muy buen humor, embargado de ganas y rebozante de ideas, me siente frente a la computadora y me ponga a escribir, suba alguna crítica de cine o algo.
No se. Soy tan impredecible que sería imposible anticipar con que locura me voy a aparecer de aquí en mas. Los locos lindos somos así. Lindos y locos.
Igual supongo que cuando me canse de perder jugando al poker en línea, y de ver pornog …. ejem …. De leer las noticias y buscar informes científicos acerca de los últimos avances de la ciencia, andaré visitando blogs y dejando algún que otro comentario, así que de todas formas nos estaremos viendo por ahí.
Por lo pronto, cumplo en avisar acerca de lo que me compete a mi como escritor famoso y con seguidores que se desesperan si uno no escribe mas o menos seguido. El que avisa no traiciona. Y yo aviso que pienso rascarme el higo todo el tiempo que pueda.

Así están las cosas.

Y eso sería todo.

Yo ya me estoy yendo.

Les dejo este lugar para que jueguen (Pero con cuidado. Rompe paga).
Siéntanse libres de pasar por aquí cuanto gusten y dejar todos los comentarios que quieran acerca del tema que se les ocurra, hagan propuestas, pidan cosas, cuenten secretos, manden gente al frente, no se, hagan lo que quieran.*

No me gustan mucho las despedidas ni esas cosas así sentimentaloides, así que será hasta mas ver. No me extrañen.


Voy a estar a full.

Por ahora es cambio y fuera.

*Aclaración legal: El administrador del blog no se hace responsable en absoluto por los comentarios, propuestas obscenas, denuncias, opiniones y demás expresiones vertidas por los degeneraditos que comenten.
El administrador del blog no los conoce, nunca en su vida los vió, y simplemente pone a su disposición un espacio de expresión, lo cual de ninguna manera significa que esté de acuerdo o que tenga algo que ver con lo que diga esta gente.
El administrador del blog es pobre, así que no se gasten que demandarlo porque no le van a sacar ni un peso.

jueves, 5 de febrero de 2009

No lo puedo seguir ocultando. Tengo que confesarlo...

Esto que voy a contar no es algo fácil de decir. Nada fácil.
Tuve que pensarlo mucho para decidirme a revelarlo aquí, de esta manera; pero creo que es hora de comenzar a sincerarme y demostrar que, aunque parezca algo imposible de creer, soy un ser humano y tengo defectos, como todo el mundo.
Espero que lo que vayan a leer a continuación no cambie la idea que tienen de mi persona, ni haga que se pierda esa casi irresistible admiración que sienten por mi (y que con tanto esfuerzo se encargan de ocultar y disimular).
Bueno, lo voy a decir sin vueltas.
Mejor no dilatar mas la cosa.
Porque cuando mas se dilata peor es. Y al final si lo dilatás demasiado por ahí se termina haciendo algo crónico y no terminas de decir nunca lo que ibas a decir en un primer momento, y te entran las dudas y la incertidumbre, y al final te arrepentís y no decís nada. Y no era esa la idea.
Por eso creo que las cosas así difíciles es mejor sacárselas de encima de una buena vez antes que andar dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y mas vueltas sobre lo mismo, con el inconsciente deseo de prolongar la máximo el instante de la definición.
Porque después capaz que te acobardás y ponés cualquier excusa y terminas por no contar nada. Viste como es.
Por eso yo no soy de dar vueltas. Nononono, mejor ir directo al grano. Así, de una. Con decisión. Sin rodeos. Porque viste como es esto de dar mucho rodeo y lo molesto que resulta para los demás. Es muy molesta la gente que te dice que tiene algo que decir y después se la pasa dando rodeos, y buscando evasivas y que te tiene en ascuas hablando pelotudeces que no tienen nada que ver y no termina nunca de decir lo que en un primer momento dijo que iba a decir.
Por eso, no se si ya lo dije, yo soy de los que van directo al punto, sin vueltas.
Si te digo que tengo algo que contar, voy y te lo cuento, así de una, sin anestesia.
Bueno, terminemos con esto: la cuestión es que sufro de un problema de adicción.
Si, así como lo leen. Soy un adicto. Y no me resulta nada fácil reconocerlo.
No hace mucho que la padezco pero, a pesar de eso, últimamente estoy notando que ha empezado a hacer mella en mi cuerpo, y eso me preocupa.
Todo empezó un día en que me encontraba solo en mi casa, aburrido y sin saber que hacer, cuando de repente, y como tantas otras veces, empecé a sentir ese "hambre", esa especie de necesidad de ingerir algo que me proporcionara un momento de satisfacción inmediata que me sacudiera el aburrimiento y a la vez me calmara un poco ese estado de creciente inquietud que cada tanto me agarra.
No sé bien como me acordé que eso estaba ahí, ni como fue que llegué a prepararla, pero recuerdo claramente que la primera vez fue apenas una sola línea, prolijamente depositada sobre esa pequeña superficie que me facilitaba la ingesta.
Algo mínimo como para probar a ver que onda.
Y funcionó.
Me gustó, y me gustó mucho.
Aquel día, solo consumí dos o tres, y fue suficiente para sentirme satisfecho y mas relajad0. Pero, sin embargo, de alguna manera, en mi interior sabía que esa no iba a ser la única vez que iba a probar.
Sabía que había abierto una puerta que, por mi forma de ser, me resultaría muy difícil de cerrar. Pero no me importó.
Cuando uno pasa por esos estados, lo único que importa es saciar esa urgencia que grita en el cuerpo, y no se pone a medir las consecuencias, ni a pensar en el mañana. Es una situación terrible.
En fin... Como era previsible, a los pocos días no me pude contener y volví a probar, pero esta vez ya mas confiado, lo hice con una línea un poco mas gruesa.
Por supuesto, resultó ser mucho mas gratificante que la vez anterior y, debido a eso, casi sin darme cuenta, consumí el doble de cantidad.
Tiempo después, como es característico en estos casos, comencé a sentir que lo que estaba consumiendo ya no era suficiente, y casi sin pensarlo busqué una superficie mas amplia para poder incrementar el tamaño de mis rayas.
El resultado, una vez mas, fue muy superior en comparación con los anteriores, y esa cantidad parecía ser la medida justa para mantenerme conforme y satisfacer mis momentos de "hambre", por lo que decidí no modificarlo durante varias semanas.
Pensé que quizás había encontrado mi límite y que, después de todo, no era tan grave.
Pero me equivoqué.
Así fue pasando el tiempo hasta que, finalmente, llegó un día en el que, en pleno frenesí, me agarró como un ataque de ansiedad y en lugar de prepararla con una raya sola, le puse dos. Una al lado de la otra. Y las ingerí así, de una vez, a las dos juntas.
Y, para que negarlo, estuvo buenísimo.
Tan bueno que, lamentablemente, a partir de ese momento ya no hubo marcha atrás.
El deseo por consumir se instaló tan profundamente en mi cuerpo y en mi mente, que hoy en día siento la necesidad de consumir aunque sea dos o tres casi a diario, algo que, debido a mis horarios, me resulta casi imposible de concretar. Esto hace que cada vez que cuento con algo de tiempo en mi hogar, me desespere por generarme esos propicios momentos de soledad que me permitan hacerlo.
La gran mayoría de las veces debo consumir en secreto, a escondidas, a las apuradas, intranqulo y tratando de que nadie me vea y me juzgue por semejante muestra de debilidad.
Pero vale la pena.
Lo peor del caso es que, aunque soy consciente de mi problema, aunque sé las consecuencias que me puede traer, aunque conozco lo peligroso de dejarse dominar por una adicción, no tengo ganas de dejarla.
Y creo que aunque quisiera, me resultaría ya demasiado difícil. Me gusta demasiado.
Sé que mi cuerpo es el que hoy comienza a pagar el precio de mis necesidades, sé que quizás dentro de algunos meses me mire al espejo y me arrepienta de mi falta de voluntad, sé que lo que estoy haciendo no está bien y que hay otras maneras de lidiar con mis necesidades de satisfacción, pero no puedo dejarlo.

Creo que ya es tarde.

Quizás el expresarlo aqui y ahora me ayude, o quizás sea mi manera de pedir ayuda.
Quizás luego de leer esto me de cuenta de mi error.
Quizás viendo lo débil que soy consiga tener la fuerza necesaria para combatir este problema.

Hoy no lo sé.

Hoy, simplemente, con todo lo que me cuesta, quise compartir algo con ustedes. Algo mío. Algo que quizás no esperaban pero que también forma parte de lo que soy.

Yo, Renegado, soy adicto a las Criollitas con mayonesa.

Espero que no me juzguen.

martes, 3 de febrero de 2009

El billete

Pablo, con el rostro abatido de pensar, con esa cara de boludo a botonera que lo caracteriza, se reune con su amiga Laura en un bar a tomar un café.
Deprimido, descargó en ella todas sus angustias. Que el perder el trabajo, que las deudas, que ser un cornudo fasmoso, que tenerla corta, que la falta de monedas, que la gripe aviar ... En fin ... Todo parecía estar mal en su patética y miserable vida.
Laura, que lo escuchó atentamente durante las dos horas y media en las que el pibe estuvo hablando, introdujo la mano en su bolso, corrió la 45 con la que en un primer momento pensó en volarse la cabeza para no seguir escuchando al llorón de Pablo, y sacó un billete de $10.
Se lo mostró a su amigo y le dijo: "¿Lo querés ? Sé que no es mucho pero, que se yo...".
Pablo, un poco confundido pero igual de muerto de hambre, con una sonrisita tímida y lleno de ternura contestó: "Claro Lau ... Diez mangos son diez mangos ... Gracias. Y para mi si significa mucho esto".
Entonces Laura agarró el billete, lo rompió en mil pedacitos chiquititos, chiquititos, y los puso en el cenicero.
Pablo se quedó mirandola en silencio medio desconcertado.
Laura se rió, le guiñó un ojo, volvió a meter la mano en su bolso y sacó un billete de $20. Se lo mostró y le volvió a decir: "¿Lo querés Pabli?".
Pablo se sonrió creyendo haber entendido el chiste y estirando la mano le contesta: "Jeje... Si, si, dale … damelo … sabés que me hace falta. Cuando pueda te lo devuelvo negra .. gracias".
Cuando estuvo a punto de agarrarlo Laura le hace ooossssooooooo, toma el billete, lo hace un pequeño cilindro, le prende fuego la punta con su encendedor y con esto se prende un cigarrillo. Después mira quemarse el billete hasta que queda totalmente consumido.
Pablo la mira fijo con la boca abierta. Laura suelta una carcajada.
Segundos después, una vez mas Laura introduce su mano en el bolso, saca un billete de $ 50 y dice: "Bueno, mirá Pablo … Son 50 pesos … de onda … si los necesitás te los presto".
Pablo, ya con un dejo de angustia en la voz le dice: "Y …s-s-s-si …. Vos sabés que lo necesito … Te lo acabo de decir. Estoy sin un mango, no tengo ni para pagar la luz, hace dos días que estoy comiendo arvejas de unas latas que me traje de lo de mi vieja y encima así nomás frías porque tampoco tengo para pagar el gas … Estoy arruinado … La verdad que esos 50 manguitos me darían un poquito de aire por lo menos … Que se yo … ".
Cuando el gil se estira para agarrar el billete, Laura en un rápido movimiento lo esquiva, e introduce completamente el billete en la taza de café. Lo retira, lo coloca encima de una medialuna de manteca y se lo come, mientras hace "MMMmmmmmMMMmmmm" achinando los ojos y mirando a Pablo fijamente.
A Pablo se le llenan lo ojos de lágrimas y hace un pequeño puchero.
Laura, entre risas, termina de tragar el último pedacito de medialuna, mientras vuelve a meter la mano en su bolso para sacar un reluciente billete de $100, nuevito, nuevito; tan nuevo que hasta tenía ese olorcito a plata nueva tan lindo de los billetes.
Pablo amaga a levantarse para irse.
Laura se pone seria y lo detiene: "Pará, pará loco …. No te vayas … Mirá, no puedo verte así … Tomá, acá tengo 100 pesos … Te los regalo … No me los devuelvas …. Yo se que los necesitás … No es mucho pero fijate si te puede ayudar en algo, no se …En serio ... ".
Pablo, que era medio nabo y duro para aprender las lecciones, se sienta y con su mejor sonrisa de pavote, la mira con dulzura y con la voz entrecortada le contesta: "Uy gracias … En serio .. Pensé que me estabas bardeando … Te juro que esto no me lo voy a olvidar Lau … Y además nada de regalo, en cuanto pueda te lo devuelvo. Gracias che, gracias...".
Cuando Pablo va a tomar el billete, Laura se para de golpe, separa un poco las piernas agachándose ligeramente, al tiempo que se pasa el billete bien por el orto, después se suena la nariz, lo hace un bollo, lo tira al piso, lo pisotea todo, lo levanta, lo escupe, sale a la vereda y lo arroja al medio de la avenida donde se va pegado en la rueda de un colectivo de larga distancia.
Pablo llora desconsoladamente con el rostro entre sus manos.
Laura vuelve a su mesa ya medio sin aire y agarrándose la panza por tantas carcajadas.
Todo colorado y lleno de mocos y lágrimas, Pablo se levanta con la intención de irse.
Laura lo toma de un brazo y con una voz muy suave y mirándolo muy seria a los ojos le dice: "Pará Pablo …. No te vayas … Perdoname …. Fue todo una joda ... Una forma de demostrarte que vos vales por lo que sos y no por como estás en un momento determinado. Todo pasa, sabés. Lo verdaderamente valioso no se pierde nunca. Como nuestra amistad … ".
Tomó su bolso, sacó un billete de $500 y se lo dió a Pablo en la mano. "Aca tenes Pabli … Son tuyos … Cuidate".
Le dió un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta.
Pablo, totalmente enternecido y asombrado, con la esperanza renovada, lleno de nueva energía, sonrió, se sentó y llamó al camarero para pagar la cuenta.
Con la mirada perdida, agradeciendo en silencio para sus adentros la generosidad de su amiga Laura, Pablo le entrega el billete al mozo, quien dos segundos después lo saca muy poco gentilmente de su ensueño gritándole con su voz ronca y guesa: "¿Vos me estás cargando pibe ???? ¿ Qué me visssste cara de boludo????".
Antes de que Pablo pudiera reaccionar, se encuentra con que sus pies no tocan el suelo ya que el fornido camarero lo tiene agarrado de las solapas en el aire y, mirándolo como si quisiera comérselo crudo, lo zamarrea mientras le grita: "¡¡¡¡O me pagá ya misssmo la cuenta o te pongo una zapatería en el culo nene!!!!!!! .. ¿Me oissstesss?".
Sollozando como una niña, Pablo solo atina a decir: "P-p-p-pero …. P-p-por q-q-ue …. Q-q-que p-p-pasó s-s-s-señor".
En ese mismo momento se ilumina y se aviva de que ¡NO EXISTEN LOS BILLETES DE $500! mientras, por el rabillo del ojo, alcanza a ver por el ventanal del bar a Laura, que desde la vereda lo señala desencajada de la risa.

MORALEJA: Cuando la limosna es grande, seguro que te están cagando.


(Nota: Aclaro que esto es una adaptación libre basada en un texto de esos medio cursis con mensaje y moraleja que suelen mandarse en cadena por mail. Creo que también se llama "El billete". Seguro que alguna vez lo deben haber visto. Se los podría transcribir pero no se donde está. Además tampoco soy su papá para hacerles todo.
Y si, este texto lo escribí hace años. Es viejo. Es lo que hay. Es Enero y estoy cansado. Peor es nada. Lo que cuenta es la intención. No por mucho madrugar, cuchillo de palo).